Capitulo Doce
Wook se agazapó entre el montón de hojas de la rama del
árbol tanto como pudo. Estaba bastante seguro de que a la luz
de la luna, su piel blanca se destacaba como un faro para los dos
soldados que caminaban hacia él.
Y si no era así, entonces lo olerían. Los felinos tenían un
gran sentido del olfato. Esa era la forma en la que eran alertados
del peligro, las fuentes de alimentos, e incluso la excitación
sexual. Estos eran dos soldados entrenados para diferenciar
entre olores, captarían el olor único de Wook en una fracción de
segundo si se acercaban lo suficiente.